Septiembre de 2019. Ahí andaba yo en plena baja por maternidad sin ser del todo consciente de lo que se me avecinaba pero, muy cansada. No me gusta decir que fue duro porque, la maternidad es maravillosa y había acabado de perder a mi suegra justo antes de nacer mi hijo. Eso sí que fue duro.
El caso es que, la revolución hormonal, me hizo crush. Quiero crear una marca que defina a la nueva Regli, me dije. Ahora seré Reglitamari. Y, con el niño en brazos, y Noa (mi bulldog que murió un año después) me dispuse a pensar en los cimientos de lo que quería crear y en la identidad visual.
Lo cierto es que suelo tener más moral que el Alcoyano y no sabía lo que se me venía encima. A la vista está que he tardado cuatro años en poder darle luz a este proyecto.
Conciliar es agotador. Siempre te sientes culpable porque no tienes tiempo de trabajar ni tampoco el de dedicar a tu hijo el espacio que merece. No solo te falta el tiempo, también la energía. Por mucho que madrugaba, no podía con todo, y eso cuesta partiendo de una generación donde nos contaron que éramos superwoman en el mal sentido de la palabra. En fin. De mí ni hablo. La persona que era se perdió ahí en un abismo. Desaparecemos como personas, como mujeres y como todo pero, pasada la tormenta, me he dado cuenta de que he sido muy valiente. Me siento orgullosa de mí.
Durante estos cuatro años he conseguido que mi empresa de marketing sea un espacio donde la conciliación es posible y las condiciones justas en un país donde nos ahogan a impuestos. No pretender ser rica económicamente me ha generado mucha riqueza personal y emocional. Creo que es la mejor herencia que puedo dejar a mi hijo.
Tengo un equipo de mujeres comprometidas. Pasamos de ser dos a ser seis más dos. Y es que, claro, nuestra ofi es petfriendly porque no concibo la vida sin pelo y, además monté una boutique gourmet para perros y gatos que se llama Kazoku. Significa familia o tribu en japonés y es un sueño que también parte de mis valores humanos. No concibo mi vida sin un perro cerca, no la concibo tampoco viviendo para trabajar que era a lo que me había dedicado toda la vida, así que todo esto se ha convertido en un proyecto de familia. La mía.