Laika llegó el 25 de septiembre de 2024. Todo sucedió muy rápido. Encontré un anuncio de un perro en internet, pero el animal ya había sido adoptado. Fue entonces cuando la misma protectora me envió fotos de tres perros disponibles para adopción. Uno de ellos era Laika.
Una perra adulta, de color blanco con marrón caramelo. Con ojos hermosos y una mirada dulce. Cuando mi pareja vio las fotos de Laika, fue amor a primera vista.
Llevábamos años soñando con un perro e intentamos contactar con algunas protectoras aquí en Barcelona, pero nada salía bien. Para mí, nunca importaron la raza, la edad o el tamaño. Siempre supe que el animal que llegara a nosotros sería profundamente amado.
Laika vino de Sevilla, con casi 5 años de edad. Llegó a Barcelona a través de una transportadora, en un largo viaje en coche. Es imposible olvidar nuestro primer encuentro. Trajo consigo su miedo a las personas desconocidas, a la lluvia y al trueno. También trajo sus heridas y cicatrices en el cuerpo.
Laika vivió sus primeros tres años con cazadores. A los 4 años fue rescatada por una asociación y pasó un año en una casa de acogida.
Nuestra historia juntas comienza a partir de ahí.
Laika nos enseña cada día. Aprendo mucho con ella sobre instintos, aventuras y miedos. Me muestra un lado diferente de la vida.
Pude enseñarle la playa por primera vez. La calma que trae el mar. Le mostré lo hermoso que es dormir en la cama, ser acariciada y besada muchas veces al día.
Ella, en cambio, me enseñó sobre los instintos salvajes que todos aún llevamos dentro. Sobre cómo nuestro pasado, por más complicado que haya sido, nos ha convertido en lo que somos hoy.
Laika me mostró que lo mejor de la vida quizá aún no haya llegado, pero llegará.
La vida con Laika ha sido una aventura. Intercambiamos miradas, conversaciones, risas. Compartimos la cama, el amor por viajar en coche y por vivir aventuras.
Laika es un ser especial. Es paciente y de carácter fuerte. Bondadosa y divertida. Mi ser de luz, que llegó para completar nuestras vidas.
No puedo terminar este texto sin decir lo felices, agradecidos y bendecidos que somos por su vida. Y con la certeza de que nada en la vida sucede por casualidad. Nuestro encuentro ya estaba escrito, tenía que suceder.